Hace un par de semanas hemos celebrado
los cuarenta años del Negro. Llegó todo el familión, y todos los amigotes. Esos del colegio de hombres de su pueblo natal
(Los Históricos), aquellos de la universidad citadina, de las distintas pegas, amigos
del posgrado, actuales compañeros de trabajo (Los aparecidos)… en fin,
apretaditos, pero calientitos, nos reunimos en nuestro Living Room, echando, literalmente, la casa por la ventana.
Eran cuarenta inviernos lo que ya
había pasado, por lo que merecía aquella celebración tan particular. Por lo
demás, en una relación estable, como la que tenemos, con dos hijos a cuesta,
como los que también tenemos, indicaba que “echar la casa por la ventana”
cumplía esta vez una doble finalidad. Celebrar la vida y presumir la
estabilidad.
Y es que, saben qué, muchos de los
presentes, o están separados o –como nos ofrece el facebook- “en una relación”
o en “una relación abierta”, o en una “complicada” relación… pero eso que
tenemos nosotros, desde hace ya un rato, nos muestra como bichos raros entre
nuestras amistades… y no exagero. Pero bien, de esto no los quería hablar, sino
de lo primero a celebrar, eso de “celebrar la vida”.
Como cada vez vivimos más, se nos hace
más factible llegar a los ochenta; y desde ahí, cumplir cuarenta significa por
lo menos haber vivido la mitad de la vida; mas ¿de qué se trata, si es así, haber
llegado al punto de inflexión? Rápidamente podemos pensar que ahora viene la
cuenta regresiva; que lo que queda por delante es más decisivo; que ya no
quedan más oportunidades (o tiempo) para andar tanteando qué hacer o cómo
vivir; y, por lo tanto, que hay que apurarse en cumplir las metas, aquellas que
hemos ido pateando, por ejemplo.
La noche del cumpleaños, como cada
año, cantamos con el familión. Le pegamos fuerte a las percusiones, rasgueamos
con potencia la guitarra y nos quedamos sin voz (porque ninguno ha estudiado
canto) con tanto hit entonado… En fin, cada año ensayado ha permitido que las
mismas canciones de siempre suenen bastante bien; lo que en esta ocasión se ha
vuelto a repetir, pero esta vez con público. Entre los comensales uno que
recientemente ha superado el “punto de inflexión”, y que, recién separado, se
ha lanzado a la vida a hacer lo que no había podido hacer. Entre sus planes:
formar una banda de Rock y… adivinen a quién invitó. Sí, al Negro.

La incógnita está en lo que le vaya
a pasar cuando cumpla cincuenta, y la curva decreciente vaya ganando terreno… o…
tatatatán, cuando YO cumpla los cuarenta. Les adelanto que siempre quise ser
vocalista…
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