lunes, 13 de agosto de 2012

RockRoll a los cuarenta


Hace un par de semanas hemos celebrado los cuarenta años del Negro. Llegó todo el familión, y todos los amigotes. Esos  del colegio de hombres de su pueblo natal (Los Históricos), aquellos de la universidad citadina, de las distintas pegas, amigos del posgrado, actuales compañeros de trabajo (Los aparecidos)… en fin, apretaditos, pero calientitos, nos reunimos en nuestro Living Room, echando, literalmente, la casa por la ventana.

Eran cuarenta inviernos lo que ya había pasado, por lo que merecía aquella celebración tan particular. Por lo demás, en una relación estable, como la que tenemos, con dos hijos a cuesta, como los que también tenemos, indicaba que “echar la casa por la ventana” cumplía esta vez una doble finalidad. Celebrar la vida y presumir la estabilidad.

Y es que, saben qué, muchos de los presentes, o están separados o –como nos ofrece el facebook- “en una relación” o en “una relación abierta”, o en una “complicada” relación… pero eso que tenemos nosotros, desde hace ya un rato, nos muestra como bichos raros entre nuestras amistades… y no exagero. Pero bien, de esto no los quería hablar, sino de lo primero a celebrar, eso de “celebrar la vida”.

Como cada vez vivimos más, se nos hace más factible llegar a los ochenta; y desde ahí, cumplir cuarenta significa por lo menos haber vivido la mitad de la vida; mas ¿de qué se trata, si es así, haber llegado al punto de inflexión? Rápidamente podemos pensar que ahora viene la cuenta regresiva; que lo que queda por delante es más decisivo; que ya no quedan más oportunidades (o tiempo) para andar tanteando qué hacer o cómo vivir; y, por lo tanto, que hay que apurarse en cumplir las metas, aquellas que hemos ido pateando, por ejemplo.

La noche del cumpleaños, como cada año, cantamos con el familión. Le pegamos fuerte a las percusiones, rasgueamos con potencia la guitarra y nos quedamos sin voz (porque ninguno ha estudiado canto) con tanto hit entonado… En fin, cada año ensayado ha permitido que las mismas canciones de siempre suenen bastante bien; lo que en esta ocasión se ha vuelto a repetir, pero esta vez con público. Entre los comensales uno que recientemente ha superado el “punto de inflexión”, y que, recién separado, se ha lanzado a la vida a hacer lo que no había podido hacer. Entre sus planes: formar una banda de Rock y… adivinen a quién invitó. Sí, al Negro.

Hoy día el Negro llegó con una guitarra eléctrica; se la pidió prestada a su sobrino adolescente. Ella luce entre los libros que hasta ahora ocupaban el espacio de ocio de nuestra casa, y bueno, me contó que había una tocata a fin de mes. Mi Neeeegro, me da risa que le pasen estas cosas justo ahora, pero la verdad es que lo veo tan contento que qué le voy a decir. Igual le regalo una chaqueta de cuero, jajaja…

La incógnita está en lo que le vaya a pasar cuando cumpla cincuenta, y la curva decreciente vaya ganando terreno… o… tatatatán, cuando YO cumpla los cuarenta. Les adelanto que siempre quise ser vocalista…

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